lunes, 11 de junio de 2012

Pulso de la vida.


Crónica de una etapa
Siento la vida a flor de piel, cuando me rio sin parar en una reunión de amigos, cuando me olvido de mi y soy parte de un todo que se convoca para disfrutar, momento eterno, único, con desenlaces disparatados, mezclando experiencias en forma de pinturas y una música que acompasa, nos toma el pulso y revela que estoy siendo feliz.
Así es mi vida, la que elijo vivir cada mañana cuando me levanto y elucubro el horizonte colmado de incertidumbres deseosas de convertirse en hechos que escriban mi historia, miro al frente y espero el milagro disfrazado de sorpresa que me regale algo que merezco, un nuevo amor.
La expectativa incierta de un foráneo destino me induce a vivir plenamente, el mejor recuerdo de mi niñez es el camino luminoso del presente que espera  la completud de una obra, no saber que sucederá me hace sentir ser humano,  soy yo, a esto vine, a vivir. La seguridad del mañana, descubrí que es un fabula, por eso la gente se enferma, la vida es el límite de tu creación.
En la mitad de mi camino y hasta el final, quiero vivir libre de tragos amargos,  de comidas grasosas y  prejuicios sociales, de gente previsible, adecuada y políticamente correcta, en sentido opuesto,  ambiciono  la espontaneidad como la esmeralda pretendida para suspenderse en el tiempo y trascender.
La fuerza invisible del amor avanza y se derrama,  cuando levito frente a la persona que me ofreció la inmortalidad y no la tome porque no tenía tiempo, la alineación planetaria guarda la incertidumbre de la coincidencia cósmica para transformarme en una estrella llamada esperanza.

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