Crónica de una cena.
El momento de diálogo fluido con
mi esposo refiere generalmente en la cena, momento propicio para desembolsar lo
que cada uno guardo del día para compartirlo en la ante última escala previa a
dormir y una de esas noche como
cualquier otra, me sugiere con sugestivo
animo que conoció un lugar en Palermo para asistir y juntos deleitemos de las
opciones deliciosas del lugar. Yo pensé, que era otra de las vaguedades y
fantasías que pronuncia cuando quiere hablar de algo y le dije que si, que
podríamos ir. Parece que lo mismo divulgo a una compañera de corrida que se
llama Lorena que invita a su sobrino Rodrigo y cuando ni parpadeo me encuentro
que todos estábamos camino a este lugar para cenar, mi nena Rochi, Lorena,
Rodrigo, mi marido y yo.
Sábado por la noche con destino
al misterioso lugar, el aventurero de mi marido dice jocosamente,
que no sabría si estaría abierto ya que es un lugar conducido por gente, que por su aspecto comulga y milita con los
derechos humanos y al ser 24 de marzo y feriado existía esa posibilidad, yo me
dije, otra vez comiendo en una pizzería, tanto alarde y bandera por la comida
exótica y nos quiere arreglar con una grande muzza, y bueno pensé la vida me
puso esto.
El recorrido fue Gral. Paz, JB Justo,
como no podía ser de otra manera explotaba de autos, gracias a la idea del jefe
de gobierno de la ciudad de Buenos Aires
por un carril había una fila de cuatro cuadras y por el otro carril desierto,
que no podías pasarte pues era para transporte público, la noche ya se
presentaba con un incipiente fastidio, con la incertidumbre de donde iríamos en
caso de que este cerrado, miro fuera del auto al lado mío y de golpe se aparece
una camioneta ploteada con siluetas femeninas
y un mensaje encandilador para
los hombres hambrientos de la ciudad que decía, “te organizamos la despida de
soltera” mi marido se hacia el tonto y miraba de reojo a las chicas que la
conducían y yo me decía, mira tranquilo, acumula, consumí, que después pasas por caja, los demás
tripulantes con asombro y novedad se
hicieron un lugar para la vacilación, y que no era apropiado indagar a esa
altura de la salida.
Lorena, con su desenfado
acostumbrado, nos comentaba historias de sus alumnos de la escuela de la Ciudad
de Fiorito, tierra de grandes talentos e historias variopintas que enorgullecen
a cualquier persona de buen vivir al saber que su situación picante del día a día
hace fluir sentimientos y emociones de las cosas que logran, pues valen por dos
o por tres. También conversamos vía teléfono celular en altavoz con su novio José,
que jugando al truco en Salta nos quería hacer creer que se encontraba en un
momento de dispersión cuando en realidad, planeaba sus próximas carreras en Asunción, Paraguay, invitado especial por la organización
del evento con alojamiento incluido…, Lorena, tras su sonrisa lo acepta y más
aun, lo comparte a su novio, debido a su
corazón enorme, ella es de las mujeres que a su hombre le perdonan todo y por
sobre todas las cosas, saben ponerse en el lugar del otro.
Para Rodrigo, el joven tripulante
que adolece madurez, todo era nuevo,
quizás varias veces se pregunto ¿Qué hago acá? ¿el futuro llego, es esto? me
quiero morir, quiero volver con mis amigos o amigas, me llevan a un lugar que
no se que es, encima apretado en el asiento de atrás, mis piernas se doblan
como alambre dulce, por favor ayuda!!!! Seguidamente Lorena anuncia que la
próxima parada era la ciudad de Rosario, haciendo alusión al largo viaje que
estábamos manteniendo, faltaba poco para llegar, y estábamos como en el subte a
las 9hs en Diagonal Norte.
Situados en posición para acceder
al lugar en la calle Arévalo y Niceto Vega, el locuaz e intrépido y pelotudo de
mi marido se equivoca en doblar, fuimos a parar al fondo a la derecha,
retomamos, ya estábamos, llegaba el momento de saber si estaría abierto, nos
acercábamos y no había nada que se parezca a un restaurante y el impropio lanza
una frase de tribuna de futbol de la “c” cuando dice Sic “esto esta mas cerrado
que culo de muñeca” dije, flash!! la chica del bikini azul no, a comer una
aceitosa pizza de muzza, pero al acercarnos mas vimos el lugar y efectivamente
estaba abierto y me pregunte ¿harán buena comida en esta cueva del Medioevo?
había que sacrificarse.
Estacionamos a dos cuadras, los
chicos un amor de compañía y si bien el viaje fue largo, gracias a Lorena lo
pasamos rápido lindo y ligero de conversación, camino a tierra prometida con Abrahán recontra
muerto, caminábamos, comienza el capítulo de las novedades y rarezas que
divisábamos a cada paso, regresamos una cuadra y llegamos a lugar.
El lugar se encontraba con poca
gente, era una cueva literalmente, Lorena en estado de alerta, con las pupilas
dilatadas, no sabias si le gustaba o sentía miedo pero cualquiera de las dos
opciones era mucho, con los ojos bien
abiertos como cuando nos vamos a hacer jumping, miraba sin encontrar punto
fijo, adentro del restó, había pocas mesas y la cocina parecía la de tu casa no
era más grande que un dos ambientes todo él lugar, con diversos cuadros y
adornos hacían la deco del lugar, en ese acto pasa gente girando, como
desalineada y al segundo pasan grupos de gente extranjera, decidimos sentarnos
afuera, había una mesa de madera de las que usas en tu casa para pintar o para
subirte a algún lado, una mesa que no era mesa sino un lugar donde se apoyan
cosas que hacía de mesa, salpicada con pintura,
con sillas de escuela de primaria
con mobiliarios de la década del sesenta, en la vereda al lado una fabrica, nos
sentamos, nos miramos, la incertidumbre nos cooptaba, yo no decía nada, y me conversaba
este boludo otra vez me va hacer pasar vergüenza, como cuando de novio me hizo
comer un chori pan de parados en el viejo puente La Noria, como primera salida con mis viejos, se escucha
un grito Noooo, esperaaaaaa!!! nuevamente una persona gritando, pero este era
un travesti que le decía a su amiga que se iba a poner de ropa, parecía que
estaba dentro de una película de Almodovar, al lado nuestros en breves segundo
se sienta una pareja de jóvenes de aspecto de alta sociedad, pero su mesa
parecía una mesita de luz grande, con sillas de hierro y unas ramas de un árbol en su caras, como si nada
ellos y Lore dice, “es cheeks” acá se toman todos una garompa, al segundo se
acerca a nuestra mesa una camarera, con
ropa de jipíe, con el flequillo en la nuca y pelo corto y dice Hola! como están!!!
habíamos llegado estábamos por cenar en AREVALITO, nombre del lugar.
Se anuncia a través de la carta
las opciones para deleitar, la comida exótica ofrecida tenían mezcla de muchas
hierbas y condimentos sabrosos, la incógnita
era, será rico esto que me ofrecen, mi marido se pidió un mezcladito
peruano, los chicos y yo hicimos caso a
la sugerencia de la camarera, mientras esperamos la cena, le entramos a unos pancitos
caseros muy ricos con una especie de salsa criolla hecha de apio y picante que
estaban alucinantemente sabrosas, la salida comenzaba a tener color, desde la
vereda pudimos apreciar la diversidad cultural en breves minutos, hubiese sido una postal centroamericana una
fotos desde el frente del lugar, desfilaban, venezolanos, americanos, orientales,
brasileros y los excéntricos argentinos que como dice Néstor “nunca menos”
hacían notar su presencia.
Se presentan los platos con una
elegancia de realeza, distinguidos por su imagen y decoro, con un aroma perceptible
a los kilómetros éramos predadores en busca de su presa con la incertidumbre de
lo abordaríamos, los apoyan sobre la mesa, que según Lore tenía una decoración
como si estuvieren manchadas por heces de paloma, cuando en realidad era
pintura y conjugaba parte del ambientes cósmico que ofrecía la New Age en un
sector de nuestra ciudad, apoyados los platos, y nosotros con apetito de
naufragio, le entramos violentamente sin medir reparo en los modales, mi marido
sin importarle nada, parecía un piraña del amazonas y encima desprejuiciado, Lore y Rodri esperando
el movimiento acompasado de todos para hacer lo propio y opinar. En los segundo
que se avecinan el comentario de Lore fue, “valió la pena la espera y el viaje
hasta acá” parecía que estaba riquísimo, y tuve que reconocer que, me equivoque
sobre mi marido, esta vez acertó, no me quería imaginar semejante travesía y
que esos loquitos de atar nos den cualquier cosa para comer un sábado a noche, era como culminar la semana
con una patada en el hígado, pero nada fue así, fue todo lo contrario, el eje a
partir de sabor de la cena cambio, se
presentaba con una noche de lujuria ya que la cena era picante en extremo,
estimulando y despertando los instintos masculinos, aplacados y apagados con
alcohol, mi marido una vez mas haría cartón lleno, la verdad estaba conforme
con él.
Terminado los platos seguimos
contando anécdotas que hacían de la noche un momento agradable, sin descuidar
los sobresaltos a los que convocaba el sitio, luego de ver pasar varios
comensales extranjeros, nos dimos cuenta que nosotros también lo éramos, ya que al ser nuestro lugar de residencia Lomas
de Zamora casi nos piden pasaportes y visa, de hecho a nuestra mesa, la
denominaba la de Lomas, nos hizo suponer eso, el cambio de camarera, una chica parecida a Celeste Cid en la tira “para vestir santos”, léase muy
colgada, se nos acerca en el final y se
relaciona con nosotros, creemos que era la dueña por su calidez y entrega, en los
alegatos nos saluda despidiéndose con grata sorpresa y alegría, alentándonos a
vernos por allí una próxima vez.
Una salida con amigos, muchos
vaivenes, desopilantes escenas de la vida en sociedad y excentricidades expuestas
en pocos minutos fueron el corolario de una maravillosa y sorprendente cena.
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