lunes, 11 de junio de 2012

Crónica de una cena


Crónica de una cena.
El momento de diálogo fluido con mi esposo refiere generalmente en la cena, momento propicio para desembolsar lo que cada uno guardo del día para compartirlo en la ante última escala previa a dormir  y una de esas noche como cualquier otra,  me sugiere con sugestivo animo que conoció un lugar en Palermo para asistir y juntos deleitemos de las opciones deliciosas del lugar. Yo pensé, que era otra de las vaguedades y fantasías que pronuncia cuando quiere hablar de algo y le dije que si, que podríamos ir. Parece que lo mismo divulgo a una compañera de corrida que se llama Lorena que invita a su sobrino Rodrigo y cuando ni parpadeo me encuentro que todos estábamos camino a este lugar para cenar, mi nena Rochi, Lorena, Rodrigo, mi marido y yo.
Sábado por la noche con destino al misterioso  lugar,  el aventurero de mi marido dice jocosamente, que no sabría si estaría abierto ya que es un lugar conducido por gente,  que por su aspecto comulga y milita con los derechos humanos y al ser 24 de marzo y feriado existía esa posibilidad, yo me dije, otra vez comiendo en una pizzería, tanto alarde y bandera por la comida exótica y nos quiere arreglar con una grande muzza, y bueno pensé la vida me puso esto.
El recorrido fue Gral. Paz, JB Justo, como no podía ser de otra manera explotaba de autos, gracias a la idea del jefe  de gobierno de la ciudad de Buenos Aires por un carril había una fila de cuatro cuadras y por el otro carril desierto, que no podías pasarte pues era para transporte público, la noche ya se presentaba con un incipiente fastidio, con la incertidumbre de donde iríamos en caso de que este cerrado, miro fuera del auto al lado mío y de golpe se aparece una camioneta ploteada con siluetas femeninas  y un mensaje  encandilador para los hombres hambrientos de la ciudad que decía, “te organizamos la despida de soltera” mi marido se hacia el tonto y miraba de reojo a las chicas que la conducían y yo me decía, mira tranquilo, acumula,  consumí, que después pasas por caja, los demás tripulantes con asombro  y novedad se hicieron un lugar para la vacilación, y que no era apropiado indagar a esa altura de la salida.
Lorena, con su desenfado acostumbrado, nos comentaba historias de sus alumnos de la escuela de la Ciudad de Fiorito, tierra de grandes talentos e historias variopintas que enorgullecen a cualquier persona de buen vivir al saber que su situación picante del día a día hace fluir sentimientos y emociones de las cosas que logran, pues valen por dos o por tres. También conversamos vía teléfono celular en altavoz con su novio José, que jugando al truco en Salta nos quería hacer creer que se encontraba en un momento de dispersión cuando en realidad, planeaba sus próximas carreras en Asunción,  Paraguay, invitado especial por la organización del evento con alojamiento incluido…, Lorena, tras su sonrisa lo acepta y más aun, lo comparte a su novio,  debido a su corazón enorme, ella es de las mujeres que a su hombre le perdonan todo y por sobre todas las cosas, saben ponerse en el lugar del otro.
Para Rodrigo, el joven tripulante  que adolece madurez, todo era nuevo, quizás varias veces se pregunto ¿Qué hago acá? ¿el futuro llego, es esto? me quiero morir, quiero volver con mis amigos o amigas, me llevan a un lugar que no se que es, encima apretado en el asiento de atrás, mis piernas se doblan como alambre dulce, por favor ayuda!!!! Seguidamente Lorena anuncia que la próxima parada era la ciudad de Rosario, haciendo alusión al largo viaje que estábamos manteniendo, faltaba poco para llegar, y estábamos como en el subte a las 9hs en Diagonal Norte.
Situados en posición para acceder al lugar en la calle Arévalo y Niceto Vega, el locuaz e intrépido y pelotudo de mi marido se equivoca en doblar, fuimos a parar al fondo a la derecha, retomamos, ya estábamos, llegaba el momento de saber si estaría abierto, nos acercábamos y no había nada que se parezca a un restaurante y el impropio lanza una frase de tribuna de futbol de la “c” cuando dice Sic “esto esta mas cerrado que culo de muñeca” dije, flash!! la chica del bikini azul no, a comer una aceitosa pizza de muzza, pero al acercarnos mas vimos el lugar y efectivamente estaba abierto y me pregunte ¿harán buena comida en esta cueva del Medioevo? había que sacrificarse.
Estacionamos a dos cuadras, los chicos un amor de compañía y si bien el viaje fue largo, gracias a Lorena lo pasamos rápido lindo y ligero de conversación, camino  a tierra prometida con Abrahán recontra muerto, caminábamos, comienza el capítulo de las novedades y rarezas que divisábamos a cada paso, regresamos una cuadra y llegamos a lugar.
El lugar se encontraba con poca gente, era una cueva literalmente, Lorena en estado de alerta, con las pupilas dilatadas, no sabias si le gustaba o sentía miedo pero cualquiera de las dos opciones era mucho,  con los ojos bien abiertos como cuando nos vamos a hacer jumping, miraba sin encontrar punto fijo, adentro del restó, había pocas mesas y la cocina parecía la de tu casa no era más grande que un dos ambientes todo él lugar, con diversos cuadros y adornos hacían la deco del lugar, en ese acto pasa gente girando, como desalineada y al segundo pasan grupos de gente extranjera, decidimos sentarnos afuera, había una mesa de madera de las que usas en tu casa para pintar o para subirte a algún lado, una mesa que no era mesa sino un lugar donde se apoyan cosas que hacía de mesa, salpicada con pintura,  con sillas de  escuela de primaria con mobiliarios de la década del sesenta, en la vereda al lado una fabrica, nos sentamos, nos miramos, la incertidumbre nos cooptaba, yo no decía nada, y me conversaba este boludo otra vez me va hacer pasar vergüenza, como cuando de novio me hizo comer un chori pan de parados en el viejo puente La Noria,  como primera salida con mis viejos, se escucha un grito Noooo, esperaaaaaa!!!  nuevamente una persona gritando, pero este era un travesti que le decía a su amiga que se iba a poner de ropa, parecía que estaba dentro de una película de Almodovar, al lado nuestros en breves segundo se sienta una pareja de jóvenes de aspecto de alta sociedad, pero su mesa parecía una mesita de luz grande, con sillas de hierro y unas  ramas de un árbol en su caras, como si nada ellos y Lore dice, “es cheeks” acá se toman todos una garompa, al segundo se acerca a nuestra mesa  una camarera, con ropa de jipíe, con el flequillo en la nuca y pelo corto y dice Hola! como están!!! habíamos llegado estábamos por cenar en AREVALITO, nombre del lugar. 
Se anuncia a través de la carta las opciones para deleitar, la comida exótica ofrecida tenían mezcla de muchas hierbas y condimentos sabrosos,  la incógnita era, será rico esto que me ofrecen, mi marido se pidió un mezcladito peruano,  los chicos y yo hicimos caso a la sugerencia de la camarera, mientras esperamos la cena, le entramos a unos pancitos caseros muy ricos con una especie de salsa criolla hecha de apio y picante que estaban alucinantemente sabrosas, la salida comenzaba a tener color, desde la vereda pudimos apreciar la diversidad cultural en breves minutos,  hubiese sido una postal centroamericana una fotos desde el frente del lugar, desfilaban, venezolanos, americanos, orientales, brasileros y los excéntricos argentinos que como dice Néstor “nunca menos” hacían notar su presencia.
Se presentan los platos con una elegancia de realeza, distinguidos por su imagen y decoro, con un aroma perceptible a los kilómetros éramos predadores en busca de su presa con la incertidumbre de lo abordaríamos, los apoyan sobre la mesa, que según Lore tenía una decoración como si estuvieren manchadas por heces de paloma, cuando en realidad era pintura y conjugaba parte del ambientes cósmico que ofrecía la New Age en un sector de nuestra ciudad, apoyados los platos, y nosotros con apetito de naufragio, le entramos violentamente sin medir reparo en los modales, mi marido sin importarle nada, parecía un piraña del amazonas y  encima desprejuiciado, Lore y Rodri esperando el movimiento acompasado de todos para hacer lo propio y opinar. En los segundo que se avecinan el comentario de Lore fue, “valió la pena la espera y el viaje hasta acá” parecía que estaba riquísimo, y tuve que reconocer que, me equivoque sobre mi marido, esta vez acertó, no me quería imaginar semejante travesía y que esos loquitos de atar nos den cualquier cosa para comer un  sábado a noche, era como culminar la semana con una patada en el hígado, pero nada fue así, fue todo lo contrario, el eje a partir de sabor de la cena cambio,  se presentaba con una noche de lujuria ya que la cena era picante en extremo, estimulando y despertando los instintos masculinos, aplacados y apagados con alcohol, mi marido una vez mas haría cartón lleno, la verdad estaba conforme con él.
Terminado los platos seguimos contando anécdotas que hacían de la noche un momento agradable, sin descuidar los sobresaltos a los que convocaba el sitio, luego de ver pasar varios comensales extranjeros, nos dimos cuenta que nosotros también lo éramos,  ya que al ser nuestro lugar de residencia Lomas de Zamora casi nos piden pasaportes y visa, de hecho a nuestra mesa, la denominaba la de Lomas, nos hizo suponer eso, el cambio de camarera,  una chica parecida a Celeste Cid  en la tira “para vestir santos”, léase muy colgada,  se nos acerca en el final y se relaciona con nosotros, creemos que era la dueña por su calidez y entrega, en los alegatos nos saluda despidiéndose con grata sorpresa y alegría, alentándonos a vernos por allí una próxima vez.
Una salida con amigos, muchos vaivenes, desopilantes escenas de la vida en sociedad y excentricidades expuestas en pocos minutos fueron el corolario de una maravillosa y sorprendente cena.

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