domingo, 10 de junio de 2012

Crónica de ocho lustro



Ya tengo cuarenta años,  que alegría..,  ó que me falta todavía por cumplir que no he cumplido, preguntas  de estilo,  en una ciudad como la de Buenos Aires,  amigos, conocidos,  nos reflejan en sus inquietudes,  las numerosas opiniones sobre la cuestión épica.
Lo cierto es que estoy frente a frente al destino que se hizo presente, como rezara en sus letras el indio Solari cantando “el futuro llego…” y la introspección sobre ello arrojara resultados inverosímiles y únicos que diseñaran desde ahora y hacia adelante el rumbo de mis formas y maneras de vivir.
Sobre el mundo me pregunto, ¿a cuantas personas me faltara decirle gracias que todavía no le dije? es casi seguro que hay alguien que se merece mi gratitud y que no lo sabe, por algo que hizo, porque eso que hizo cambio mi vida para siempre, fue,  una palabra, un gesto ó una acción que,  desde allí modifique una mirada que tenia sobre tal o cual cosa.
Ni mencionar de las personas que le debo un te quiero, ese amigo que compartió con nosotros momentos eternos, de esos que son recuerdos que no se van nunca y en la postal del acontecimiento se encontraban allí, un padre, una madre, una hermano, un amigo, tu vecino, un desconocido quizás,   que solo vos lo sabes. Un gracias y un te quiero el efectivo abre puertas al alma que se deposita en la caja de seguridad de las personas con amor.
Mi niñez, feliz y si no fue así me la cuento como si, porque es el pilar maestro de una gran obra que soy yo, múltiples amigos y recuerdos, aventuras, transgresiones, descubrimientos amorosos, personas bellas y también de mala saliva,  fundaron en mí, la capacidad de decidir cada cosa, los años de mi vida pasaban sin darme cuenta, como cuando saboreo un helado, hasta que llegue a la secundaria y me coloque en la platea de un show cuando no tenía ganas de elegir,  olvidándome que la reglas del juego no las conocía y descubrí, que.., tenía que elegir y que si otros lo hacían por mí,  cultivaban mi gusto sin darme cuenta, el final de la lección era la libertad.
En la puerta de la adultez, pensé y no sentí el futuro, el medio socio cultural me impuso que para ser feliz había que pensar en mañana, como la publicidad de Coca Cola,  si sentir también, pero no era tan importante, en transparencia caminaba para estudiar y terminar la tarea, quejándome de la vida porque sufría de acné, yo solo quería ser, que no sé, pero ser.
 Cuando veo la montaña de cenizas que mi pasado acumulo, me acerco y me pregunto ese fui yo.., que de cosas por decir,  por hacer que no hice,  mis ideales  de  juventud cuando actúan como jueces me incitan a soplar esas cenizas que se descubren,  y se ve la brasa encendida en  el rojo fuego de la pasión, se vela  el deseo que no se fue y siento HOY  que todavía puedo concretarlo, revelo que hay posibilidad de renacer, a través de conversaciones que puedo tener conmigo y con solo proponérmelo pueden nuevamente invadir con amor mi vida sintiendo que el florecimiento como la flor en primavera me pertenece.
Nada me indica que voy a ser más feliz, nada me indica que resolveré mis cuestiones actuales, no tendré mejores trabajos ó si, ni relaciones, no sé si seré más ó menos inteligente, lo que seguro seré, es el resultado de una vida apasionada donde el amor me dejara trascender en la inmortalidad,  de los actos de todos los días.   


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