y...., llego el sábado día para compartir con la familia y disfrutar hasta el último minuto, cada finde es una bocacanada de aire para las personas que se tensan como yo, durante el arduo trabajo semanal, luego de algunos quehaceres domésticos salimos con mi esposo y mi niña a buscar pequeñas emociones que nos hagan sentir que la vida es liberarse, que te sorprenda lo nuevo y lejos de lo ya sabemos que hay que hacer.
Enfilamos y acomodamos las velas de nuestro viaje hacia la zona norte, la idea era pasar un día agradable en el Tigre ciudad hermosa, de mucho color, gente y novedades mundanas por doquier, muchas flores, juegos, chicos, lanchas, personas con vidas resueltas y algunas sin resolver su próxima hora de vida, muchos autos lujosos y carros con tracción a sangre, un casino, el colectivo línea 60 “Tigre Hotel” se acuerdan, que sugestivo y no comentado pensamiento, de que se trataría ese cartel, si de una indicación geográfica o el intimo pensamiento moblado, pero no, es la terminal de la línea de ómnibus, estábamos en el misterioso y diverso escenario de la ciudad de Tigre, donde la espontaneidad te aborda aunque no lo desees.
Una vez situados en ese mundo, sos un elemento más, uno se transforma sin darse cuenta en una pieza de ese mercado cosmopolita lleno de mercaderes, como si estuviésemos dentro de un tablero mirado desde arriba por el titiritero, donde la gente corre, las lanchas pasan, embarcaciones polarizadas también y personas practicando remo, nada podes imaginarte de lo que puede acontecer en breves minutos sin saberlo, cuando querés elegir, la abundante información te crea una imagen borrosa y olvidas lo que fuiste a buscar , tenés que actuar rápido como si fuese una ciudad que te convoca a lo desconocido, potenciado ese vértigo, cuando decidís embarcarte con destino a un recreo, que cuando te lo ofrecen la gente vacila al igual que uno, que pasaras las mejores horas del mes junto a tus seres queridos, contactando a flor de piel la vida natural, refrescándote con el agua de nuestro rio Paraná, contemplar el paisaje verde que nos ofrece nuestro delta y compartiendo con la gente al igual que uno la oportunidad de estar vivo y vivir para contarlo, nada podes imaginarte lo que te puede suceder.
Evaluamos en breves minutos, decidimos embarcarnos con opción a un recreo del delta, donde el módico precio cubría las expectativas iniciales, llevábamos pocos elementos y menos prendas, solo nuestra buena onda para vivir algo fascinante. En el sector 1 de las embarcaciones tomamos nuestra lancha, mucha gente viajo internándose en el místico paisaje de la isla del delta, el boletero que nos reciben el ingreso de la embarcación nos pregunta donde nos dirigíamos, le respondió mi marido, al recreo Imos, y una brillante luz se le escapo desde sus ojos y su sonrisa le dejo ver su diente de plata, solo le faltaba el gancho en la mano para ser un pirata del submundo y con un vocabulario básico nos indica que nos situemos bien adelante. La mas joven de la familia excitada por el suceso de viajar en un medio de transporte por ella desconocido hasta el momento y el colorido de los preparativos previos a zarpar fueron reveladores para la hermosa heredera de los profundos sinceros y lindos sentimientos de amor que le profesamos.
En camino, todo fue felicidad, la lancha dejaba a los lugareños y personas que se dirigían a otros destinos que al nuestro, cuando sin saber donde estábamos, presto atención a las personas que venían junto nosotros y me sorprende el boletero, que nos miraba fijamente, transpirado, sin asearse, ni rasurarse con el seño fruncido, leyendo en su cara una invasión corporal p ara conmigo o nosotros, comienza hacer señas a tierra desde lejos, y el capitán grita, IMOOOOSSSSSSSS!!!!!!!, este fue un despertador grito, significaba que era nuestro destino, que el maravilloso paraíso temporario estaba frente a nosotros, la algarabía por llegar se comparaba a los descubrimientos como en la adolescencia por algo nuevo, era esa ansiedad por vivir la vida, y estábamos dispuestos a hacernos cargo del minuto a minuto que nos convocaba la jornada.
Arribamos con la presencia de mucha gente sobre la orilla del lugar que compartiríamos , se apersona una sra de aspecto servil, con un guardapolvo tipo mucama de hospital de provincia en crisis, con una libretita de quiniela y una birome para realizar anotaciones y nos pregunta como era nuestra situación, fue como de si estuvieses dormitando una siesta y alguien te despierta intempestivamente sin saber que pasa, fue como dicen las abuelas un baldazo de agua fría su frontalidad, como corolario de los que nos tenían preparado el destino.
Le respondo que nada en especial y que adquirimos unos Boucher en el hall central de la estación de Tigre y queríamos realizar en breve el intercambio de los mismos, nos indica como si fuésemos inmigrantes no deseados que el circuito del recreo constaba de unos cuantos metros y podíamos comenzar a caminar por ese sector, indicándonos el camino con el dedo índice, del cual le faltaba la uña, sin darle importancia continuamos nuestro día, no íbamos a dejar que alguien arruine nuestro paseo. Comenzamos a caminar y la gente comenzó a mirarnos de una manera atenta, tensa, dejaban de hacer lo que estaban haciendo para mirarnos, su mirada nos trasmitía que no éramos del mismo equipo y que nos estudiaban mientras avanzamos en su habitas .., miradas cómplices entre si, como si estuviésemos invadiendo algo, realmente no teníamos una conversación con mi marido hasta el momento, solo observábamos.. Seguidamente nos dirigimos al lugar donde almorzaríamos, camino allí se encontraban unas habitaciones muy chiquitas, que la gente alquilaba para pasar el finde o algunos días, parecían celdas de personas privadas de su libertad, las puertas estaban abiertas y en algunas de ellas pudimos observar como la ropa tirada hacia una combinación desprolija del ambiente, nos desatendimos de tal situación grotesca y primaria, para pasar a conversar y reír junto a mi familia.
Llegamos al bar donde intercambiamos los Boucher, el olor a aceite y grasa eran implacables, sin lugar a dudas te expulsaban, te limitaban a pedir lo que desees por precaución a no volver con hígado en la mano, pedimos algo que no tuviese cocción y evitar ese momento digestivo, una coca cola parecía ser lo más cerca del mundo acostumbrado que teníamos hasta el momento.
Sentados mirando desde una baranda de pescadores donde nos encontrábamos, junto a los dos comensales de estilo, por sus características asociadas al lugar, comían milanesas donde les chorreaba el aceite y papas fritas en la misma situación, chicos con pelotas de futbol entre las mesas, una señora mayor sentada, fumando mientras comía, que me hizo recordar a la abuela del mono mario, el mozo sin remera exhibiendo su panza, que parecía la de don barriga del chavo, transpirado, con aspecto lúgubre y oscuro nada era cotidiano ni normal, todo comenzaba a enrarecerse era un clima pecaminoso, también desfilaba entre las mesas, una chica embarazada, donde se le podía apreciar los nervios que circundaban su vientre, flaquita y sin buena nutrición, parecía que salió de una publicidad de Caritas y aterrizo allí, todo nuevo era lo que sucedia, pasados los minutos, situados en la mesa comenzamos a mirar hacia la orilla donde estaba toda la gente y el silencio ensordecedor si hizo presente como por un segundo y descubrimos que todos estaban atentos a nuestros movimientos, no era difícil de imaginar que cualquier situación se podía presentar, hasta que vimos una serie de animales que desfilaban hacia el fondo del parque, patos gallinas, tortugas y gatos, preguntamos y a un nene se le escapa que eran para el holocausto, y que él no sabía que era eso, nos contaba también una señora que con un pavor extremo nos dijo que ella estaba sometida, amenazada por boletero de la lancha, temía por su vida, además le constaba el comentario que le dejamos entre ver y que por rituales que se escuchaban por las noches, revelamos las conjeturas, esa convivencia eran de miembros de una secta mística en la búsqueda de sangre humana para despedir los ángeles simpáticos mensajeros de la paz. Con la información recibida nos sentimos como una criatura en un tren fantasma, solo, y sin refugio, nos invadía el espanto y el saber como saldríamos de allí, buscamos personas que no tengan que ver con esa secta y estén como nosotros ahí por casualidad o accidente, mirábamos las caras para encontrar refugio y devolución de gentilezas, en un momento con ese fin, vemos una mujer que se acercaba con una criatura de 3años aprox. ella una bella dama que desde lejos se veía flaquita, angelical de piel bien blanca, short cortos sugestivos y una cabellera a tono castaño claro, con pañuelito de seda haciendo juego, se acercaba hacían nosotros, su caminata era una levitación que generaba equilibrio, parecía una puesta al amanecer verla, al acercarse con la cabeza mirando hacia abajo, desde los 50 metros que debía su recorrido hasta llegar a nosotros solo 5 metros desde donde nos encontramos, levanta la cabeza y vimos que uno de sus ojos estaba cocido groseramente, como cuando se cose el matambre, o una pelota de futbol y el otro ojo de la horrible mujer clavado en nuestra niña, nuestras pupilas se agrandaron por el pánico suceso, se desplego en ese segundo el terror de sentirse que podíamos morir como alimento de esos entes esotéricos, esta mujer era la esposa del líder de la secta, un paraguayito de 16 años, cojo, con la cara endemoniada y piel fría como una cobra, agazapado esperando su oportunidad, dando órdenes por lo bajo y castigando a su pequeño bebe con una paliza por sonreir , según los comentarios en ese momento se decía que este líder se encontraba mal encarnado, que tenia 189 años y deseaba completar su traspaso mediante rituales., para eso necesitaba sangre humana, razón mas que suficiente para irnos inmediatamente, lo que sucedía es que nadie debía enterarse que uno sabia el secreto de esa isla esotérica de practicas espiritistas con sacrificios humanos, porque si se daban cuenta no te ibas nunca mas de allí.
Comenzamos a almorzar disimulando el pavor, para luego ir hacia la orilla a quedarnos como cualquier persona, camuflados y mostrando alegría, para luego tomar la lancha y terminar esa pesadilla todavía con final abierto. Todas las personas pescaban y mi marido que es un inútil para la pesca y para otras cosas también, fingió saber, pidió e insistió a unos peruanos que estaban en un sector extremos de la orilla, un poco de tanza y una caña para distraer la atención en ese paraje diabólico, no sabíamos quien estaba subsumido en ese camino tenebroso, quien era victima o persona sin poseer todavía, lo cual te imposibilitaba preguntar algo, por miedo a que sean de la secta satánica, para esto, el peruano no nos ayudo y nos dijo que no tenia nada, seguimos buscando, teníamos que encontrar una manera de pasar ese rato ahí, y no nos atacaran, pasar desapercibido era el objetivo, nos dirigimos a un muchacho que tenía muchos elementos de pesca, mi marido le pregunta si tenía algo para pescar y de repente levanta la mirada y vemos los ojos de color verde transparente tipo vampiro deduciendo que estaba cooptado y nos dice que si nos podía ayudar, ahí el miedo era apabullante con sonido abrumador de cada cosa que se presentaba en el ambiente, tomamos lo prestado, nos dirigimos a la orilla y el inexperto de mi marido, mas el miedo extremo generaron una combinación explosiva de stress y locura, comienza a hacer que pesca, largaba la carnada y solo llegaba al medio metro de alcance, un infeliz, la sacaba y llegaba al metro todos se daban cuenta que éramos novatos en esa situación, y comenzamos a disimular, que éramos pescadores, nadie nos creía.
Pronto como escapándonos, vemos la lancha venir como a las tres horas de estar allí, nos dirigimos al sector de regreso y era el momento más difícil, a mi me comían con la mirada, los hombres me quería hacer en estofado, mi piel blanca transparente parecía cubierta por miel por la saciedad con la que me acosaban los ojos perturbadores de los hombres, las mujeres furiosas al saber que sus hombres querían poseerme, nosotros con un miedo paralizante, no sabíamos que hacer, si se daban cuenta de que sabíamos la verdad de la secta, un abuso seria nada a comparación de lo que iban a hacer con nuestra piel, avanzamos nos dirigimos a la fila de la lancha, llegamos y a esperar.
Tomamos la lancha de regreso, pensábamos que estábamos a salvo, hasta que al mirar al frente de nuestros asientos había dos personas, que suponíamos eran como cualquier persona, estaban bajo un atuendo simulando un viaje, con aspecto raidos de caluroso espanto, se convirtieron en una postal caricaturesca del horror como suvenir del día que decidimos tomarnos para romper la rutina, sin decodificar nuestro saber de lo que sucedía en la isla no despertamos interés para ellos, y pudimos llegar sanos y salvos a destino.
Romper la rutina, de eso se trata….
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Dejame tu pregunta y direccion.