PRINCIPIO DE PETER, EL AVANCE DE LA MEDIOCRIDAD
Existe
un principio en empresariales denominado el principio de Peter, según este axioma,
todo empleado en una jerarquía tiende ascender hasta su máximo nivel de
incompetencia, una vez allí hará todo lo posible para que nadie le quite el
poder alcanzado, acallando en muchas ocasiones o dificultando el camino a los
más competentes, lo cual hace que a niveles prácticos las empresas acaben
siendo gestionadas por el principio de la mediocridad.
La
confidencialidad a la que me debo me impide poner sobre la mesa algunos
ejemplos de esta mediocridad sobre la gestión sanitaria, sin embargo, mi
reciente admiración por el periodista Jordi Evole y su osadía para soltar esas
preguntas que todos queremos formular pero que el temor a la respuesta nos hace
callarnos, me ha puesto en bandeja los ejemplos.
Quizás
el desencanto con la clase política se ha acrecentado en los últimos
tiempos
acompañado de esa sensación de que persiguen intereses muy diferentes a
los de
las personas que representan. Los diversos escándalos que han llenado
las noticias en las que el deseo por el dinero y el poder se
entremezclan, y en los
que uno no entiende que teniendo de todo se tenga que robar, ha
aumentado aún
más la desconfianza.
Lo acontecido
con la CAM es una confirmación más de lo dicho más arriba. Aparece un escenario
desértico, a penas un par de edificios modernos en el fondo y el esqueleto de
otro que se ha quedado sin vestir, el silencio y la inmovilidad, Evole se
encuentra en Valencia junto a una ex integrante del Consejo de control de la
CAM, una chica Licenciada en Economía que no teme explicar las cosas tal como
son y que presume de haberse tragado la indignación durante unos siete años.
Sonríe confirmando lo que esperábamos oír. El lugar, unos estudios cinematográficos
que tuvieron mucha inversión y poca salida.
El
reportaje descubre esas verdades que a veces se quedan bajo la alfombra, el
como se liga el número de escaños a los puestos que ocuparan ciertos
integrantes de ciertos partidos políticos en los bancos, como no es necesario
tener formación para estar en órganos de decisión o dirección, como la presión
de los ayuntamientos obligan a dirigir los esfuerzos hacía proyectos ruinosos,
que al final delatan una mala gestión con un peor resultado.
Se
cumple el principio de Peter, nos vemos gobernados por incompetentes, que pese
a sus malas acciones y sin reconocer sus propios limites, se han atado con tres
vueltas de cuerda, unos grilletes con una pesa de diez kilos, unas esposas y
pegamento Imedio a la silla que ocupan, dispuestos a seguir gestionando,
malogrando, y sin atender a los resultados.
Y lo
peor es que el principio de Peter se sigue cumpliendo dentro de las grandes
empresas sin que parezca que podamos hacer nada para evitarlo porque según Laurence J. Peter:
a) Con el tiempo, todo puesto tiende a ser
ocupado por un empleado que es incompetente para desempeñar sus obligaciones.
b) El trabajo es realizado por aquellos empleados que no han
llegado todavía su nivel de incompetencia.
Será entonces que ¿la mediocridad es inevitable?
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